Los 70 años agarran a Ugo Plevisani en pleno trabajo. Su emprendimiento Papagiani abrió pocas semanas después de la cuarentena y a pesar de que “la pandemia asusto” él asegura que encontró algo positivo en medio de esta situación “traumática”. y muchos chicos que habían trabajado con él en el pasado lo buscaron para sumarse a esta aventura.
Ugo, quien era considerado “el eterno estudiante” fue a la universidad en dos continentes. Comenzó con artes liberales en Estados Unidos y siguió con filosofía y letras en Italia. Al final no se graduó de ninguna pero habla cuatro idiomas y siempre buscó “conocer la verdad de cosas”. A lo cocina llegó cuando los chefs no eran famosos.
A mediados de la década de los 80 y para ser más precisos “al final de Alva Castro, cuando Alan García anuncia que no pagará la deuda externa y se cierran todas las importanciones”, Plevisani abrió La Trattoria de Mambrino en la Calle Bonilla, la última transversal de la Av. Larco donde además de negocios locales había una pollería en la esquina y un cabaret “donde actuaba y vivía una mujer bellísima”.
Ugo recuerda esos días: “Recién casadito, desempleado y más o menos con una mano adelante y otra atrás. Por suerte un banquero tuvo fe en Plevisani, y a pesar de que el préstamo en intis se esfumó a los pocos meses”, el aprendió a cocinar y junto a Sandra, su esposa, “quien le encuentra total satisfacción al trabajo”, hicieron una dupla que dura hasta ahora.
Con ese mismo espíritu, hace dos años, abrieron Papagiani un lugar, que en poco tiempo pasó de vender pizzas al corte, a vender pan y a ofrecer platos hechos con “pocos ingredientes pero de alta calidad” que pueden comerse en el local decorado por ellos mismos o llevárselos a casa. ¡Buen provecho!