A casi tres horas de Lima, específicamente en Chincha Baja, se halla el fundo Hass —así es, seña nominal que parte de la deliciosa palta Hass—, que alberga un proyecto que escuchado suena a locura lisérgica, pero que recorrido suscita en el visitante un asombro que va más allá de la sensación momentánea de esparcimiento y bienestar para despertar en él la realización de una utopía en la que hombres y mujeres puedan vivir en un lugar en donde se respete su desarrollo sin convertirlo en el último grito de la moda urbanística.
“Este es un proyecto que se diseñó en 2017. Tuvimos la suerte de que haya habido una sintonía de intenciones con Diego Malhue, Piero Sánchez y Gonzalo Flores para hacerlo realidad: la apuesta por la circularidad y la sostenibilidad, y la valoración de la historia y tradición de Chincha”, dice el filósofo y nutricionista Renzo Copello.

Lo primero que seduce a la vista es el manto verde que cubre las 24 hectáreas del fundo, una intensa presencia del color que nos recuerda al impacto sensorial de los famosos versos de Federico García Lorca de Romancero sonámbulo: “Verde que te quiero verde. Verde viento, verdes ramas”.
Al respecto, Piero Sánchez indica que al iniciarse este proyecto, “se pensó en una alternativa para las personas, para que estas puedan venir al fundo, atraídos por las bondades de Restaurante Hass para que de esta manera vean que aquí hay una alternativa de vida, que no solo sea un destino de descanso, sino uno permanente en contacto con la naturaleza, respetándola”.
Como ya se indicó, en el fundo Hass hay un restaurante homónimo. Su diseño y su concepto calzan con los propósitos del cuidado del medioambiente, en donde el diálogo entre la tecnología y la naturaleza no tiene punto de quiebre.

Basta ver la carta, que es 50 % vegetariana y 50 % omnívora. “Hay que romper el mito de que la comida vegetariana no es deliciosa. Por supuesto que lo es”, asevera Diego Malhue, empresario gastronómico con mucha experiencia que a inicios de abril vio la consolidación de Restaurante Hass precisamente en su inauguración.
“Además, nuestra política es el buen trato al cliente y mi preocupación constante es el estado emocional de las personas que trabajan con nosotros, me preocupo mucho por ellos”. Para tal fin, Diego trabaja con una de las mejores chefs del país: Noelia Cárdenas, cuyo trabajo ya se ha podido apreciar tras su paso por prestigiosos restaurantes como Fiesta, Central y Kjolle.
“Antes de que elaboremos la carta, recorrí Chincha para trabajar con proveedores locales y ver dónde podría adquirir ciertos productos”, señala Noelia, cuyos platos cumplen con la exigencia planteada y vaya que sí mientras contemplamos el relieve de un pulpo a la parrilla con yuca al carbón o el tiradito de ají amarillo con sandía y piña grillada, o el milagro para los amantes de las carnes: un delicioso arroz vegetal con productos provenientes de la huerta del fundo.
“Lo saludable es delicioso”, sentencia Diego ante la anuencia de Noelia, que es secundada por los atentos Wendy Villa y Frank Ísmodes.

Lo primero que seduce a la vista es el manto verde que cubre las 24 hectáreas del fundo. (FOTO: VÍCTOR CH. VARGAS).
Pero el fundo Hass aún tiene más: un proyecto de ciudad sostenible a cargo de Gonzalo Flores.
“No es una locura, hacerlo es viable. Este lugar y Chincha tienen el clima y la tierra para hacer un proyecto urbanístico de gran envergadura sin colisionar con la naturaleza, ni sus restos arqueológicos, como las huacas, por ejemplo. Si alguien adquiere un lote para hacer su casa, esta no debe pasar de los dos pisos y si en ese lote hay árboles, estos no se tocan, quedan ahí como parte del diseño, puedes hacer tu sala con dos o más árboles dentro”.
Por alguna extraña razón, Chincha perdió su luz popular del “vamos pa’ Chincha, pues hay que reconfigurarlo: volvamos pa’ Chincha”, enfatiza convencido Renzo Copello.
Que así sea.